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El rostro del amor
Te acuerdas de la batalla despiadada
por aquel ambicionado trozo de tarta
o por la tenaz elección del aquel color.
Imperecedera, la ternura convocada,
exquisita, la sensualidad desplegada
en el mágico ritual de reconciliación.
Te acuerdas de esas tertulias nocturnas
donde las fantasías trascienden fecundas
y las emociones recobran su esplendor.
Las confesiones ahogadas en lágrimas,
las sonrisas que irrumpen espontáneas
y miles de poemas henchidos de fervor.
Sonrisas, lágrimas, libertada emoción,
es el Arte de acoplar en cada situación.
Cargo con un raudal de personalidades:
insensatas, contradictorias, pasionales;
ostentando vanidosas un mismo rostro,
sensual y rebelde... ¡el rostro del amor!
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Más, y más...
Dulzuras despojadas de sentido,
te platico... y me platicas más...
Cuando infinito resulta el cariño,
siempre exiguas son las palabras.
Arrebatos de nostálgica esencia,
me extrañas... y te extraño más...
Cuando intolerante es la ausencia,
insuficientes se lucen las lágrimas.
Contactos de emocionante soltura,
te siento... y me sientes más, y más...
Cuando el mundo es pura ternura,
inagotables confluyen las caricias.
Procesiones de deseos generosos,
me amas... y te amo más, y más...
Cuando sentir resulta tan hermoso,
enajenados, los confines del alma.
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